Como señala Jean-Pierre Chevènement “Esta cuestión del hegemón no permite aclarar todos los elementos políticos, sociales, culturales en juego dentro del gigantesco desplazamiento del centro de gravedad mundial ocurrido a partir de 1914. Pero, en todas las grandes crisis que el capitalismo ha atravesado desde el siglo XIV, la cuestión de la hegemonía se ha planteado siempre como algo central: cosa poco vista y poco dicha, pues pone en entredicho la supuesta neutralidad de la doctrina liberal. El «mercado», en efecto, sólo funciona si lo «político», en última instancia, es lo bastante fuerte como para fijarle el marco y hacer respetar sus reglas. Es así como Inglaterra, en el siglo XVII, superó a los Países-Bajos y, sucesivamente, las pretensiones hegemónicas de España y de Francia. Igual que Alemania, a comienzos del siglo XX, reclamaba su «lugar al sol», también China aspira hoy a recuperar el rango y la parte de las riquezas mundiales que le pertenecían antes del siglo de eclipse que atravesó desde 1840 (guerra del opio) hasta 1949 (proclamación de la República Popular de China). ¿Qué cosa más legítima, a priori?”[